La gestión orientada al sistema como clave del éxito sostenible

Gestión basada en sistemas: ¿qué es? ¿Otra palabra de moda del gremio de consultores?

No, la gestión basada en sistemas es el enfoque natural del liderazgo. El desarrollo económico actual nos muestra claramente que los enfoques de gestión anteriores no son (o ya no son) eficaces. ¿Por qué? ¿Qué ha cambiado tanto que los enfoques anteriormente probados ya no tienen ningún efecto?

Si nos fijamos en la evolución mundial, observamos el avance de la globalización, la conexión en red que la acompaña y la digitalización de muchos procesos. Detrás de estos desarrollos, vemos una complejidad creciente.

La complejidad es el principal motor de los cambios que percibimos a nuestro alrededor. Los activos tangibles pierden importancia, mientras que de la conexión de elementos surgen nuevas propiedades y capacidades que crean valor. Cada vez hay menos relaciones claras de causa y efecto; más bien, una compleja estructura de retroalimentación resulta de la múltiple interconexión de todas las entidades entre sí. Cada acción desencadena una reacción que puede desplegar su efecto de forma indirecta y con un desfase temporal. La semilla del éxito en un mundo interconectado se encuentra, pues, no solo en la pluralidad, sino también en la comunicación y en la comprensión de los efectos de las conexiones en las redes abiertas. También se hace evidente lo poco que el individuo puede moverse realmente. También queda claro que cada uno de nosotros forma parte de un sistema en red.

Pensar y actuar de forma sistémica significa juzgar el beneficio por el conjunto, no por una parte.

Dado que los líderes y también las organizaciones que dirigen son (sólo) partes de sistemas de nivel superior, deben pensar en términos de complementos y garantizar que las semillas de los nuevos valores puedan florecer. Esta tarea da lugar a las exigencias que se plantean a los líderes en entornos complejos:

  • Cultive la diversidad como semilla de la novedad y permita conscientemente ciertas redundancias como requisito previo para el desarrollo, en lugar de considerarlas como elementos de coste evitables. Después de todo, los monocultivos cortan las fuentes de novedad. Las organizaciones demasiado esbeltas corren incluso el riesgo de volverse rígidas porque ya no pueden adaptarse. Cuanto más complejo sea el entorno de su organización, más compleja tendrá que ser la propia organización para hacer frente a la complejidad del entorno.
  • Garantice la identificación de nuevas oportunidades en lugar de confiar en la continuidad. Permita la «libertad de innovación».
  • Manténgase usted y sus organizaciones flexibles para aprovechar las oportunidades. Tome las decisiones de forma que le permitan obtener oportunidades en el futuro y lograr la máxima adaptabilidad. En entornos complejos, la agilidad estratégica es más importante que un plan de negocio bien elaborado.
  • No se trata de logros individuales, sino de logros diseñados junto con los socios de la red y coordinados con el entorno que conducen a un éxito sostenible. Trabaje en ciclos. Siguiendo el modelo de la naturaleza, rastree los efectos de sus acciones hasta sus causas, por ejemplo, asignando los costes e ingresos de los servicios de la red de forma transparente y justa y cerrando los ciclos de procesos y materiales.
  • Las organizaciones se definen por sus procesos y por su interacción con el entorno, no por sus estructuras. Lo esencial es lo que ocurre en las interfaces entre unidades o funciones.
  • Las novedades suelen surgir en los límites del propio campo de actividad porque es ahí donde puede producirse un intercambio fructífero con otras disciplinas. Por lo tanto, crea interfaces permeables incluso en las fronteras de su empresa.<
  • Promueva procesos regulares en su empresa. Sólo pueden trabajar en conexión con su entorno. Cada decisión tiene repercusiones directas o indirectas. Los procesos de autoorganización no son sólo una forma de lograr la estabilidad, sino un requisito necesario para dominar los retos de los sistemas complejos. Los sistemas complejos no pueden controlarse de arriba abajo y, por tanto, no deben organizarse ni gestionarse de arriba abajo.

La complejidad es una medida de los grados de libertad, es decir, de las posibilidades de desarrollo. Por lo tanto, una mayor complejidad significa también un aumento de la incertidumbre. Sin embargo, la alta complejidad también ofrece oportunidades para las que debe ser receptivo. Pensar de forma sistémica significa buscar el equilibrio, no ver los opuestos como fuentes de conflicto, sino aceptarlos como algo natural y necesario y comprender que siempre hay conexiones. Así, incluso la coexistencia de puntos de vista diferentes, que a primera vista se excluyen mutuamente, puede entenderse y acogerse como una fuente de capacidad de cambio y vivacidad.

Especialmente en entornos que cambian rápidamente y se caracterizan por discontinuidades inesperadas, la comprensión de la complejidad como fuente de cambio es necesaria para obtener una nueva orientación. Esta orientación no se aferra al statu quo, sino que se basa en el cambio permanente como proceso natural. Mantiene presente la conciencia del riesgo y nos facilita aprovechar las oportunidades y traducirlas en presencias futuras. Por visiones futuras, me refiero a las capacidades y conexiones futuras que probablemente sean necesarias en estas visiones esperadas. Una cosa más: los futuros homólogos no son escenarios que podamos desear o imaginar. Las visiones de futuro surgen de las expectativas colectivas de todas las partes interesadas respecto al desarrollo. Por ello, es especialmente importante escuchar, observar, adoptar diferentes perspectivas y sólo entonces sacar conclusiones.

Los directivos que piensan en términos de sistema no se preocupan por destacar en el entorno futuro; se esfuerzan por encajar un poco mejor en el entorno futuro. La frase, a menudo mal entendida, tomada de la evolución: «El más apto sobrevivirá». se refiere al ajuste, no al rendimiento máximo. Por ello, intente conseguir una armonía entre el trabajo del entorno y el de su empresa. En esta constelación ideal, las tensiones desaparecen, todo parece fluir con facilidad y naturalidad. Se elimina la presión a la que nos exponemos -y que nosotros mismos acumulamos- cuando no pensamos y actuamos de forma sistémica.

Estabilice su organización mediante una gestión sistémica. Orientarse como una organización que se basa en el cambio y que no se ve perturbada por el mismo. Obtenga una influencia natural trabajando desde la fuerza interior en armonía con su entorno.

Coordine sus medidas operativas de forma compatible con el sistema.

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