Una regla común es que su empresa se considera insolvente si ya no puede pagar al menos el 90% de su pasivo en los plazos de pago acordados o no puede volver a cumplir esta condición en un plazo de 3 semanas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los nuevos importes que venzan entretanto deben incluirse en la contraprestación.
Una empresa también es insolvente en caso de sobreendeudamiento, es decir, si la suma de todos los activos y los pagos previstos no puede cubrir totalmente el pasivo de la empresa. En este caso, los directores deben solicitar la protección de los acreedores.