La solvencia tiene un efecto decisivo en las posibilidades de crédito y en los costes. Si la solvencia es insuficiente, no se confía en el prestatario. En ese caso, se rechazará la solicitud de préstamo. Sin embargo, la mayoría de las entidades de crédito procuran conversar con los solicitantes para explicarles las razones del rechazo y mostrarles las formas en que pueden desarrollar su solvencia.
No obstante, si se aprueba un préstamo en caso de mala solvencia, el préstamo será caro para el prestatario. Esto se debe a que el tipo de interés de los préstamos se corresponde exactamente con el precio de los riesgos derivados de este compromiso crediticio. Cuanto más alto sea el riesgo para el prestamista, más alto fijará el tipo de interés adecuado al riesgo. Para los prestamistas, los riesgos no son negativos en sí mismos: cuanto mayores sean los riesgos de impago, mejores serán las posibilidades de rentabilidad.