Afrontar la complejidad en la empresa

¿Qué crea complejidad en la economía?

El mundo (económico) está cada vez más interconectado. Las cadenas de valor se dividen en etapas cada vez más detalladas y distribuidas por todo el mundo. Incluir a más participantes en un proceso significa tener que gestionar más interfaces entre los participantes. Y más interfaces aumentan la fragmentación y la necesidad de coordinación. Además, la interconexión global y la creación de redes aumentan las interdependencias. Las medidas que conducen a una mayor eficacia, como la reducción de las reservas de seguridad y la eliminación de redundancias, contribuyen al mismo tiempo a que los sistemas sean más sensibles a las perturbaciones. El número de posibles sucesos e incidentes aumenta desproporcionadamente a medida que aumenta el número de participantes. Tanto las posibilidades de interconexión como la probabilidad de fallo aumentan exponencialmente.

La variedad de resultados posibles aumenta con el número de posibilidades de enlace. Esto hace que la calidad de las conexiones y relaciones sea un factor crítico de éxito.

Si ahora imaginamos que, además, diferentes cadenas pueden conectarse entre sí en cualquier punto y separarse de nuevo en otro punto, y que estas constelaciones pueden cambiar en el transcurso del tiempo, nos hacemos una idea de la variedad de posibilidades y de la complejidad asociada.

Ejemplo: En la primavera de 2020, pudimos observar la rapidez con la que se rompieron las cadenas de suministro, especialmente en la industria de suministro de la automoción, porque los proveedores chinos no podían realizar las entregas debido a la corona. Tampoco había alternativas disponibles debido a las aprobaciones necesarias. Cadenas de valor enteras se vinieron abajo.

Esto hace comprensible por qué incidentes que solían limitarse a un único efecto tienen cada vez más repercusiones en otros sucesos, a través de países, continentes, industrias y tecnologías. En un momento dado se producen efectos que pueden tener su causa en un lugar completamente distinto. La causa ni siquiera tiene por qué ser de una magnitud similar a la del efecto y además puede estar desfasada en el tiempo. Sea consciente de estas posibilidades en cada decisión para no caer en esta trampa de la complejidad.

En la práctica empresarial, conocemos muchos desencadenantes de efectos imprevisibles que pueden producirse de diversas formas interconectadas. Posibles discontinuidades como saltos tecnológicos en las industrias proveedoras, entradas en el mercado de nuevos participantes de industrias vecinas o mercados emergentes, cambios en los procesos o métodos de trabajo de los clientes y constelaciones de mercado alteradas modifican las premisas de planificación y las opciones de actuación. No es posible tener en cuenta con precisión estos factores en la planificación. Esta constatación no es trivial y resulta esencial para abordar adecuadamente la complejidad. El número de posibles desarrollos aumenta y con él la incertidumbre percibida. En lugar de seguir estrictamente un plan preparado y aprobado, los entornos complejos exigen una adaptación ágil y continua a las situaciones cambiantes. Tanto para la dirección como para los equipos, las condiciones marco y los requisitos cambian con el aumento de la complejidad. Por ejemplo, la complejidad exige un enfoque completamente distinto de la toma de decisiones y la planificación.

¿Qué entendemos exactamente por «complejidad»?

El término procede del latín «complexus», que significa abarcar, enlazar. Complejo» se refiere a propiedades como multicapa, omnicomprensivo, exhaustivo. La complejidad se define como una propiedad de un sistema o modelo que dificulta la descripción de su comportamiento global, aunque se disponga de información completa sobre sus componentes individuales y sus interacciones.

Si existe complejidad, es evidente que las propiedades del sistema no vienen determinadas por la suma de las propiedades de los componentes, sino por la interacción de éstos. El desarrollo de un sistema complejo se define, pues, por las conexiones múltiples y dinámicamente cambiantes entre sus elementos.

Nuestro mundo, incluido el de los negocios, conoce distintos grados de complejidad. Para poder tratar adecuadamente la complejidad respectiva en las empresas, es importante reconocer el grado real de complejidad de las situaciones y los entornos. Conocemos las siguientes categorías: circunstancias simples, circunstancias complicadas, circunstancias complejas y circunstancias caóticas.

La complejidad también suele estar presente en las situaciones de negociación y en las relaciones de cooperación. En estos casos, cada participante intenta optimizar su situación. A menudo, sin embargo, esto no es posible sin una influencia en el resultado global. La teoría de juegos ofrece recomendaciones para estas situaciones.

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