Si la señal de realimentación desencadena un proceso de realimentación negativo, puede dar lugar a un contraacoplamiento y a un estado de equilibrio. Este principio de amortiguación o extinción que regula la magnitud de la perturbación conduce a la estabilidad.
Ejemplo: Si conduces un coche equipado con sistema antibloqueo de frenos (ABS) y quieres frenar al máximo, pisa con fuerza el pedal del freno. Sin su intervención, el ABS regula la intervención de los frenos para que su vehículo frene de forma óptima. Los sensores detectan la situación en cada momento y ajustan la aplicación de los frenos en cada rueda de forma individual. Se produce un proceso de control que incorpora dinámicamente el entorno.
Si condujera un coche clásico sin ABS, tendría que reaccionar a los movimientos de su vehículo pisando sensiblemente el pedal del freno. Usted controlaría el efecto de frenado de su vehículo desde el exterior.
Si se incluyera a sí mismo en el sistema considerado, se entendería de nuevo como un sistema de control. Usted sería entonces el eslabón regulador del sistema.